Su crimen: proveer de conexión a Internet a la Comunidad Judía de Cuba. Su castigo: 15 años de cárcel en las prisiones cubanas.
Durante la conmemoración de la Pascua judía su esposa Judith le pidió al presidente cubano Raúl Castro “un gesto sincero hacia la comunidad judía de todo el mundo en esta Pascua y a liberar a Alan inmediatamente por motivos humanitarios”.
El sábado 16 de abril el empresario judeoestadounidense Alan Gross, de 61 años de edad, apeló ante la justicia cubana la sentencia que lo condenó por “actos contra la independencia y la integridad del Estado” por “participar en un proyecto subversivo” que pretendía crear “redes clandestinas de infocomunicaciones” fuera del control de las autoridades, según informó El País de Madrid.
La detención de Gross se produjo el 3 de diciembre de 2009 en La Habana mientras este trabajaba para una empresa subcontratada por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID).
El Gobierno de Castro acusó a Gross de introducir ilegalmente en Cuba diversos equipos de comunicación por satélite para su distribución entre sectores de la oposición, extremo que Washington siempre ha negado, arguyendo que el contratista simplemente viajó a Cuba para ayudar a la pequeña comunidad judía y facilitar a sus miembros diversos equipos para conectarse a Internet”.
Solamente cuando ha conocido las noticias del cáncer de mama de su hija y del diagnóstico de cáncer pulmonar de su madre “ha mostrado desesperación y se ha sentido como un león enjaulado”, afirmó su esposa.
En una columna publicada en la versión digital del diario El Universal de Caracas, Beatriz W. de Rittigstein, señaló que “el antisemitismo castrista, al igual que toda la ultra-izquierda, es de vieja data”.
Asimismo, durante su última visita a Cuba, a finales de marzo, el ex presidente estadounidense Jimmy Carter pidió la liberación del empresario.
